En esta entrada os voy a contar nuestra última visita del sábado en la capital belga y nuestra especial cena.

Pues la visita del Palais de Justice fue un poco fastidiosa, os explico por que. El edificio estaba en obras así que toda su hermosa parte frontal estaba cubierta por mil andamios. Y además el cansancio que llevábamos tampoco ayudaba que digamos. De todas formas la plaza tiene unas vistas impresionantes, nosotras fuimos poco antes del atardecer (pensad que estábamos en otoño y oscurece antes) y creo que es cuando es más hermoso. Además de sus vistas la plaza tiene es grande y espaciosa y el edificio, que entramos cinco minutos porque desconocíamos si podíamos entrar o no, entramos por una parte que no había ni puertas y su interior al no poder gozar del exterior, era precioso.

Parte este del edificio

En la parte este de la plaza, si miramos de frente el edifico; hay un ascensor completamente vidriado que baja a una velocidad rapidita, y nos dio hasta un poco de vértigo. No es ninguna atracción turística si no que creo que su función es comunicar los dos desniveles que hay en esta zona. Se encuentra en un largo puente, donde además podréis tomar buenas instantáneas.

Y como punto final al día nos compramos unos gofres y nos lo fuimos a comer en unos bancos en la Grand Place, ¿dónde mejor? Por cierto, hay algunas paradas que encontraréis un cartel donde pone: Gofre a 1€!; pero es totalmente falso, o no, lo que quiero decir es que el euro incluye solo el gofre sin nada encima. La verdad es que son un poco caros, pero estas en Bruselas debes comerte uno. Y además fue nuestra cena y nos quedamos bien servidas.

Uno de nata y dos con chocolate belga, ¡mmm!

Después del gofre ya nos fuimos a dormir porque entre haber dormido poco y haber andado mucho, estábamos rendidas. Y tampoco nos hacía mucha gracia deambular por sus calles.